ANÁLISIS DE LA OBRA ''LA ESTRUCTURA DEL CLAN'' - ÉBANO DE KAPUSCINSKY
ANÁLISIS DE LA OBRA ''LA ESTRUCTURA DEL CLAN''
ÉBANO DE KAPUSCINSKY
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| Libro de Ébano |
RESUMEN:
El camino de Acra a Kumasi no se limita a los quinientos kilómetros que separan la orilla del Atlántico del interior de África, sino que constituye un viaje a aquellas zonas del continente donde las huellas y los vestigios del colonialismo no abundan tanto como en el litoral. Si alguien -como Stanley- en el siglo XIX tuvo el valor de recorrer el continente de este a oeste, tal hazaña se convertía por muchos años en tema de la prensa y de la literatura.
Desde el punto de vista formal, el colonialismo reina en África desde la conferencia de Berlín, en la cual varios países europeos se repartieron todo el continente hasta la época en que África se independiza en la segunda mitad del siglo XX. Trescientos años de batidas, redadas, persecuciones y emboscadas que organizaban los blancos, a menudo con ayuda de compinches africanos y árabes. En condiciones infrahumanas, hacinados en las bodegas de los barcos, millones de africanos fueron transportados al otro lado del Atlántico para que allí, con el sudor de sus frentes, construyeran la riqueza y el poderío del Nuevo Mundo.
Y, de pronto, los africanos alistados a la fuerza en los ejércitos británico y francés ven cómo, en la guerra europea en la que participan, un blanco se pelea con otro blanco, cómo dispara sobre él y le destruye las ciudades. Y a medida que avanzan hacia el este de Europa -y junto a los blancos ingleses dan palizas a los blancos alemanes- se topan aquí y allá con columnas de blancos vestidos con uniformes a rayas, hombres- esqueletos, hombres-despojos.
La conmoción que sintió el africano cuando las imágenes de la guerra de los blancos se sucedían ante sus ojos era tanto más fuerte cuanto que los habitantes de África tenían prohibido no solo viajar a Europa, sino salir del continente. Para ellas, la inspiración, el impulso y el programa radican en las valientes visiones de futuro que diseñaran los intelectuales afroamericanos, descendientes de los esclavos, en la segunda mitad del siglo XIX y en la primera del XX.
Sus principales creadores eran el activista Alexander Crummwell, el escritor WEB Du Bois y el periodista Marcus Garvey, que toda África debía ser independiente y unida. Fundó un partido al que atrajo a combatientes de la Segunda Guerra, así como a la juventud, y en una de las concentraciones de Acra lanzó el combativo lema de «¡Independencia ya!» En aquel tiempo, en el África colonial, el lema sonó como el estallido de una bomba. Los atraían la curiosidad, la inseguridad y hasta el temor de las capitales europeas, el miedo a que África fuese a estallar y corriera la sangre de los blancos. El miedo incluso de que se creasen ejércitos, que, armados por los soviéticos, intentaran, siguiendo un impulso de odio y venganza, lanzarse sobre Europa.
En una estancia pequeña y cutre y en la cual el olor de mango medio podrido se entremezclaba de manera extraña con el de la tinta, me recibió efusivamente -como si hubiese esperado mi visita desde hacía mucho tiempo- Kwesi Amu, un hombre corpulento y de semblante apacible. Si a pesar de ello el visitante conserva su brazo intacto y en su lugar, tal cosa quiere decir que, conociendo el rito y las reglas del saludo, él también, por su parte, ha tomado un gran y enérgico impulso y dirige su mano veloz hacia la nuestra, no menos veloz.
Los ashanti opusieron resistencia a los ingleses hasta el final del siglo XIX y, a decir verdad, jamás han acabado de sucumbir ante ellos. Si el clan de la madre le ordena abandonar al marido y regresar a la aldea natal, ella se lleva a todos los hijos. La posibilidad de volver con su clan hace que la mujer, si el marido la abandona, tenga dónde acudir. Pero tales situaciones extremas son una rareza, pues la familia suele ser una célula vital y fuerte y en la cual todo el mundo tiene asignado su papel tradicional y conoce sus obligaciones.
La familia, siempre numerosa, a veces llega a un centenar de personas. El marido, la mujer, los hijos, los primos... Si las circunstancias lo permiten, se reúnen lo más a menudo posible para pasar el tiempo juntos. El clan abarca un número inmenso de seres, pero solo podemos ver una parte de ellos, aquellos que viven en la Tierra. Los otros -la mayoría- no son sino los antepasados, que nos han dejado en parte, pero que, en realidad, siguen participando en nuestra vida.
El suicidio constituía una violación del tabú, y el principio fundamental del código del clan consiste en que toda infracción debe ser castigada. Si se produce un delito que no va seguido por un castigo, el clan se sumirá en un estado catastrófico, quedará expuesto al exterminio. Lo importante, y en las aldeas por partida doble, es el hecho de que el jefe es el que asigna las parcelas de tierra a las familias. Si el campo se vuelve estéril, asignará a la familia otro trozo de terreno, y el primero, mientras tanto, se quedará descansando y tomando fuerzas para el futuro. La tierra da vida a la gente, y lo que da vida es sagrado.
El jefe goza del máximo respeto, el cual se rodea del consejo de ancianos para tomar decisiones cada mañana, los miembros del consejo visitan la casa del jefe para saludar al anfitrión, así siente el apoyo, de lo contrario si no lo visitan, se entiende que ha perdido la confianza.
ENSAYO:
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ANEXOS:
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| Cargamento humano. Embarque de esclavos en la costa africana a Estados Unidos. Siglo XIX |
https://historia.nationalgeographic.com.es/a/esclavos-trata-humana-a-traves-atlantico_8681


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